Conoce a Uriel
Uriel es un niño de Gijón afectado por una rara enfermedad neurológica llamada encefalopatía epiléptica tipo 31 que se manifestó cuando apenas tenía 2 meses de vida.
¿Y por qué? Es lo primero que te preguntas. Con tan solo 7 meses y diferentes tratamientos médicos que impedían el cese de las convulsiones, llegó la temida respuesta. Uriel sufre una mutación genética, del gen DNM1, de la cual solo existen 60 casos en el mundo y en España se desconocen, pero creemos que unos 18.
Esta mutación codifica la proteína dinamina, esencial en el proceso de enlaces sinápticos en su cerebro. A raíz de esto, a Uriel le cuesta mucho adquirir aprendizajes, hasta el punto de tener un retraso en su desarrollo psicomotor muy grave. En la actualidad tiene un 85% de discapacidad, un grado III de dependencia y movilidad reducida.
A pesar de su corta edad, ya se ha enfrentado a casi una decena de hospitalizaciones en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), más los constantes viajes que debe realizar a diferentes especialistas en Madrid y Barcelona.
Actualmente, Uriel acude a 6 terapias semanales, entre logopedia, estimulación y fisioterapia y acude unas horas a la Escuela Infantil de ASPACE (Asociación de Paralíticos Cerebrales) de Gijón.
Nuestro objetivo, encontrar cura o tratamiento
Cuando padeces una enfermedad rara, se afrontan retos de visibilidad, investigación y concienciación, difíciles de asumir para cualquier familia.
A todo ello, hay que añadirle la sensación de impotencia que te genera como padres la escasez de recursos para la investigación debido a que los consideran casos “MINORITARIOS”.
“Somos pocos, pero no por ello menos importantes, y es verdaderamente injusto”.
En el caso de Uriel, de momento no hemos encontrado un tratamiento eficaz que le ayude a ganar la batalla a la epilepsia fármaco resistente que sufre, lo que se traduce en un estancamiento en su desarrollo.
“Tenemos un niño de más de dos años en el cerebro de un bebé de 3 meses”. A día de hoy, desde su primer debut epiléptico, Uriel es incapaz de voltear, ni de sentarse, ni de hablar, ni siquiera es capaz de fijar la mirada en nosotros, tan solo alguna sonrisa furtiva cuando le haces cosquillas, pero eso sí, es capaz, a su manera, de demostrar amor y cariño a su familia. Estamos trabajando, muy lentamente, para celebrar cada pequeña mejoría que tenga.
Debido a que la mutación del GEN DNM1 es la que le produce la encefalopatía epiléptica, nuestro objetivo a más largo plazo es encontrar la financiación necesaria para la investigación de su enfermedad. Tenemos constancia después de recorrer todos los hospitales de España de que aquí no se está trabajando en ello, pero sí hay un grupo de control en el Hospital de Filadelfia en EEUU, según los estudios publicados del American Journal of Human Genetics.
En cuanto nos sea posible y tras un primer contacto con dicho hospital, iniciaremos una campaña en Go Found Me con el fin de conseguir la financiación necesaria para que acepten estudiar el caso de Uriel.
De momento, nuestras pretensiones son mucho más humildes, y nuestro objetivo a corto plazo es el de mejorar la calidad de vida de nuestro pequeño, a través de diferentes tratamientos y terapias y una adecuada adaptación del hogar a sus necesidades.


Nuestros pensamientos
Nos despertamos cada día con el peso de una realidad que nunca imaginamos. Nuestro bebé, tan perfecto a nuestros ojos, lucha contra una enfermedad que apenas nadie conoce, para la que no hay respuestas, ni tratamientos, ni siquiera esperanzas claras de progreso. Es una enfermedad que nos ha arrebatado tantas cosas que soñamos para él, pero jamás podrá quitarnos el amor inmenso e incondicional que sentimos.
Duele cada visita al médico en la que hay más preguntas que respuestas, cada mirada de lástima de los desconocidos, cada momento en el que nuestros otros hijos nos preguntan por qué no pasamos más tiempo con ellos. Nos parte el alma saber que sus necesidades emocionales también se ven sacrificadas porque debemos estar completamente disponibles para su hermano, que depende de nosotros para todo.
Vivimos en una montaña rusa de emociones: amor infinito, culpa constante, agotamiento profundo. Tratamos de ser fuertes por ellos, por nuestra familia, pero hay noches en las que nos rompemos en silencio, cuando todos duermen. Lloramos por nuestro bebé, por todo lo que no podrá experimentar. Lloramos por nuestros otros hijos, que a veces sienten que no estamos lo suficiente. Lloramos por nosotros mismos, porque hay días en los que la desesperanza pesa demasiado.
Aun así, cada mañana nos levantamos, preparamos el desayuno, organizamos las rutinas, abrazamos a nuestros hijos y les decimos cuánto los amamos, aunque a veces sentimos que no es suficiente. En medio de este caos, también encontramos momentos de amor puro, de risas inesperadas, de pequeñas victorias que saben a gloria.
Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio? ¿Cómo sobrellevar el peso de esta enfermedad sin dejarnos consumir por ella? A veces sentimos que nadie podría entender completamente cómo es vivir así, entre el amor absoluto y la tristeza constante.
Somos padres que luchan por sus hijos. Todos y cada uno de ellos. Y aunque hay días en los que no sabemos cómo seguir, seguimos, porque ellos son nuestro todo.
Cómo puedes ayudarnos
Cada donación, por pequeña que sea, marca una gran diferencia en la vida de Uriel. Tu apoyo nos ayuda a costear tratamientos, terapias, desplazamientos a hospitales y comprar un sinfín de aparatos ortoprotésicos imprescindibles en su día a día, y necesarios para mejorar su calidad de vida.
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